Sin duda alguna el proceso de conversión, es un proceso que dura toda la vida. A veces pensamos que por ser católicos ya estamos convertidos, pero jamás debemos perder de vista que es un camino que hay que recorrer toda una vida. Aclarado esto, es conveniente notar que hay momentos especiales en la vida de las personas que las marcan irremediablemente. Personas, lugares, encuentros personales con Dios, que producen un cambio profundo; y si nos encontrábamos como la oveja perdida, estos eventos nos devuelven de regreso al rebaño una y otra vez.
Jesús es el buen pastor que sale en búsqueda de la oveja perdida y nos conduce a regresar junto al rebaño. Y lo hace porfiadamente, incansablemente. Así estos eventos que nos marcan, en realidad son el signo del paso de Dios por nuestras vidas.
Innumerables personas son tocadas por Él, minuto a minuto, y a través de esas personas tocará también a muchos más. Su labor es interminable y su amor infinito. Como muestra de esa labor les compartimos hoy algunas historias de conversión al catolicismo cuya existencia no nos deja de conmover y asombrar. En ellas veamos las huellas que deja un amor sin medida.
1. Scott Hahn (1957)
(…) Al día siguiente allí estaba yo otra vez, y así día tras día. En menos de dos semanas ya estaba atrapado. No sé cómo decirlo, pero me había enamorado, de pies a cabeza, de Nuestro Señor en la Eucaristía. Su presencia en el Santísimo Sacramento era para mí poderosa y personal”.
2. John Wayne (1907-1979)
“… Dos días antes de morir, salió del coma. En el rato que estuvo despierto dijo otra vez que quería convertirse, pero al poco tiempo entró de nuevo en coma. El lunes, yo estaba con él y vi que se estaba poniendo peor. Sonó el teléfono. Era el capellán católico que quería pasar a verlo. Colgué. Aunque mi papá estaba todavía dormido, le dije sin esperar respuesta: «papá, el capellán quiere verte». Entonces le oí decir: «okay». Me quedé atónito, pero llamé al capellán, que apareció en menos de media hora. Con él todavía dormido, le dije: «papá, el capellán está aquí», y otra vez dijo: «Okay». Entonces se despertó. Abandoné el cuarto durante unos minutos. Desde fuera pude oír el murmullo de su conversación. Cuando el capellán salió, me dijo que mi papá había sido bautizado. Esa misma tarde falleció”.
3. Norma McCorvey (1947-2017)
4. Gary Cooper (1901-1961)
5. Dietrich von Hildebrand (1889-1977)
“Al hombre cuyo corazón ha sido transformado por Cristo pueden aplicarse plenamente las palabras de San Agustín: «Ama y haz lo que quieras»” (Dietrich von Hildebrand – El corazón).