¿Que cara presentas ante las redes sociales? ¿Es más importante para tí los «likes» y lo que otros piensen, que tu propia vida?
El video que presentamos a continuación nos trae un triste caso de la vida real. Se trata de Madison Holleran quien, en enero de 2014, a sus 19 años de edad, acabó con su vida saltando desde lo alto de un edificio en Philadelphia.
Madison fue una chica linda, inteligente, sociable y una gran deportista. Era la tercera de cinco hermanos y vivía en New Jersey. Gracias a su talento para el atletismo ganó una beca para estudiar en la Universidad de Pennsylvania. Al empezar su primer año estaba muy ilusionada por iniciar esta nueva etapa de su vida pues había conseguido una beca única que implicaba la exigencia de ser excelente en atletismo y, a la vez, obtener buenas calificaciones. Permanecer en la universidad, sin embargo, terminó convirtiéndose para ella en un conflicto y en fuente de insatisfacciones.
El video nos va contando esta trágica historia mediante algunas entrevistas a sus familiares y amigos, y lo va intercalando con fotografías posteadas por Madison en Instagram. Esto nos lleva a pensar que lo que vemos de las personas en sus redes sociales no siempre refleja su mundo interior.
Nadie espera que las personas subamos imágenes de sucesos tristes en nuestras redes sociales, pero sí que evitemos mostrar un mundo perfecto hacia afuera sin atender al corazón. Por ello en estos tiempos en que estamos hiperconectados (pero tan solitarios a la vez) qué importante se vuelve aprender a crecer en fortaleza para superar las frustraciones de la vida mediante la amistad verdadera, la sinceridad y la transparencia en nuestras relaciones interpersonales (y con uno mismo). Qué importante también aprender a pedir ayuda apoyándonos en nuestros seres queridos, en especial en nuestra famili
Una reflexión ante la desesperanza
El caso de Madison nos recuerda que tenemos un anhelo enorme de eternidad, de trascender más allá, de entender que de alguna forma nuestra vida escapa de este mundo, y ello choca día a día con nuestro anhelo de permanecer, de dejar huella aquí. El intento de terminar con la propia existencia, sin embargo, atenta directamente contra ambos anhelos. Uno no puede “cortar camino” para llegar al final. La idea de esta vida es recorrer el camino que nos corresponde con sus subidas y bajadas, y en éste será Dios el único que decida cuándo hemos llegado a la meta. Se trata de aprender a cargar las cruces y dificultades de la mano del Señor, confiar en Él y avanzar en compañía de las personas que amamos.
Más allá de la tragedia de la historia de Madison que nos deja con un triste sinsabor, es importante aprender, a partir de este tipo de situaciones, a encontrar el sentido de nuestra existencia. Ser capaces, en medio del dolor, de mirar otras vidas y ver que existen personas que necesitan de nuestro apoyo y que, aunque frágil, nuestra vida es importante para ellos.
Éste es un mensaje directo y eficaz para salir de nuestro estado de comodidad, para estar atentos al hermano y entender que si abrimos el corazón a las necesidades de los demás, especialmente a las de aquellos que viven en desesperanza o sin amor, podremos caminar con firmeza y seguridad hacia esa hermosa meta donde nos encontraremos con Jesús y nuestros hermanos que ya triunfaron.
Termino con unas hermosas palabras del Papa Francisco en Guayaquil, el pasado 6 de julio (y que tuve la bendición de escuchar en vivo y en directo) que expresan una esperanza muy fuerte y nos ubican en una dimensión de plena confianza en Dios y total seguridad de que nuestra vida, si lo dejamos actuar, está en sus manos: “Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor vino está por venir. Murmúrenselo cada uno en su corazón: El mejor vino está por venir. Y susúrrenselo a los desesperados o a los desamorados. Tened paciencia, tened esperanza, haced como María, reza, actúa, abre tu corazón, porque el mejor vino va a venir”.
Tomado de Catholic-link.com – Escrito por Rafael Pérez del Solar